lunes, 9 de julio de 2007

Pamplona


Los San Fermines fue el pretexto ideal para conocer Pamplona, una tierra de muchas tradiciones y de sentimientos encontrados, divididos por su ideología (entre ser vascos y/o españoles) pero posiblemente unidos por esta magnifica fiesta. Desde que llegamos nos recibió la imagen de fiesteros durmiendo en el parque diciendo que la noche anterior había estado dura, sabíamos lo que nos esperaba. Mucha fiesta, mucho alcohol, un amigo italiano lo describe perfecto “es increíble como pueden estar tantos españoles borrachos y no haber peleas, en mi país eso no pasa”. Las calles llenas de alegría, en cada rincón de la ciudad se organizaba una fiesta diferente. Claro que la consecuencia fue un cansancio inmenso que nos sugirió buscar algún rincón de la ciudad para descansar un poco y esperar el encierro de los Toros a las 8 de la mañana.
Vimos pasar a unos cuantos corriendo como en un maratón, segundos después otros más rápido hasta que invadió una estampida de personas siendo perseguidos por la adrenalina de ir delante de varios toros furiosos, no más de 2 minutos hacen de esta tradición, una atracción turística mundial.