miércoles, 28 de marzo de 2007

De desvergüenza y desvergonzados

El domingo pasado, cuando en un café tratábamos de definir como era la Ciudad de México y como era Madrid, nos dábamos cuenta de lo difícil que sería tratar de definir a ambas Ciudades e inclusive me atrevería a decir que la primera es más difícil de describir aún. La persona que se pueda atrever a describir como es, inclusive puede pasar como un arrogante y llegar a la ignorancia total.
Al otro día, Marcos Roitman denunciaba en el periódico la jornada, a aquellos Europeos que con un curso de un año ya creen tener el conocimiento de América Latina, en el texto mencionaba que: ¨Son capaces de explicar lo que está pasando en Ecuador y 10 minutos más tarde la realidad de Argentina, Uruguay, México, Chile, República Dominicana o El Salvador… Pueden disertar sobre los procesos de integración, el deterioro del medio ambiente, los derechos humanos, la estructura social, la geopolítica, el desarrollo económico, la biotecnología, las luchas de género, la cultura, el teatro, la literatura, la corrupción, la historia, la antropología, la religión, la política internacional, el fútbol, la violencia y el narcotráfico. Todo un logro. Poseen el don de la ubicuidad.
No sé si la comunidad científica aceptaría ese tipo de personajes si en vez de pontificar sobre América Latina se tratase de Europa Occidental. Es decir, catedráticos que un día acuden a pontificar sobre la situación política, social, económica, cultural, geográfica, medioambiental de España y al día siguiente, con la misma pachorra, sobre las drogas en Italia, la crisis de la familia en Francia, la inflación en Holanda, el parlamentarismo en Dinamarca, la sucesión en Bélgica, los partidos políticos en Rusia, los empresarios en Gran Bretaña. Cundiría el desasosiego y la vergüenza. Pero como se trata de América Latina, es indiferente. Sirva como ejemplo una muestra. Tras el deceso de Pinochet fui entrevistado junto con un colega considerado eminencia en temas latinoamericanos. La periodista inquirió: ¿Qué pasará en Chile, muerto Pinochet? Su respuesta, más o menos, fue esta y no tuvo desperdicio: muchas cosas. Su pregunta encierra interrogantes. Lo cierto es que la muerte de Pinochet supone la desaparición del dictador. (Y ni se inmutó). Así pasan los días los expertos, entre tertulias y comidas de negocios. América Latina les importa un carajo, por eso viven de ella¨.

El texto completo lo encuentran en: http://www.jornada.unam.mx/2007/03/25/index.php?section=opinion&article=029a1mun