Cuando tengo la oportunidad de salir a conocer un poco de España, me doy cuenta que también sirve como una forma de expedición para descubrir la otra parte de nuestros orígenes, algunos al menos, y Segovia no fue la excepción.
Una Ciudad cálida en donde se puede apreciar un inmenso muro hecho de piedra llamado el Acueducto romano, proclamado patrimonio de la humanidad. El Alcázar que a través de la historia ha sido desde palacio real, pasando por una cárcel hasta un real colegio de artillería. Donde han desfilado personajes famosos en nuestro imaginario colectivo como Isabel la católica, quien dicen financió el viaje de Colón a las Américas, Juana la loca (su sobrina), Alfonso el Sabio entre otros.
Segovia también es famoso por ir a comer cochinillo, que aunque la carne de cerdo no es de mi gusto (a excepción de los jamones) se tiene que probar para saber de que presume gastronómicamente la ciudad. A mi me pareció estar comiendo carnitas (mexicanas) pero con un poco de suavidad, mejor elaborado y con un proceso de cocina mas complejo.
Para terminar la tarde, tomar un café contemplando el paso de los años de la ciudad, desde lo medieval pasando por lo gótico hasta lo tradicional es algo que cierra con broche de oro el viaje.
PS. Por cierto, cuando entré al castillo y vi aquellos trajes de artillería me entro un poco la pena de cómo se conquistó América, como pelear ante semejante encubrimiento.
jueves, 16 de agosto de 2007
Segovia
Publicado por jorge a. en 9:01