Bien mereció la pena las grandes caminatas en Roma y el frío en París. Disfrutamos cada día y cada paso recorriendo estas ciudades. Para mi resultaba una ilusión que vinieran mis padres a verme y que supieran que estoy bien, preocupación de todos los padres. Todavía me falta llevarla por muchos lugares que me gustan de Madrid como el Templo de Debod, a comer unos buenos bocadillos de calamares, etc. Y mañana iremos a conocer Toledo ya que yo no he estado tampoco. Al final, mi deseo es que mi madre pase una buena estancia aquí pues esta vez yo soy su anfitrión y deseo que se sienta bien. Ya llegará el turno de mi padre, en un futuro próximo…
viernes, 7 de marzo de 2008
Roma y París (con mi madre)
Publicado por jorge a. en 9:29