Cuando tomaba los entrenamientos para ser monitor de las clases del gimnasio los entrenadores nos decían: No importa que te esté ocurriendo, no importa si tuviste el peor día de tu vida, cuando entras al salón de clase das una sonrisa, te entregas para dar la mejor clase posible y te olvidas de lo de afuera por completo.
He seguido sus consejos, he dormido dos horas pues el padre de Romain (el cual me acogió en Navidad en Francia) tuvo un accidente, pensábamos lo peor, un pulmón perforado y en coma, al final 15 costillas rotas y el fémur partido en 3. Esas cosas pesan aún más cuando se está lejos de casa como lo he mencionado miles de veces aquí.
Hoy me tuve que despertar a las 6 de la mañana para dar una de las nuevas clases que me asignaron: spinning. Y haciendo caso de aquellos consejos me levanté y di la mejor sonrisa porque si lo queremos en realidad todo saldrá bien y después de todo, no pasa nada.
Patrick tu vas être un bien et tu te remettras tôt.
miércoles, 9 de enero de 2008
Entre 15 costillas y putadas
Publicado por jorge a. en 9:27