Aunque no me tomo a pecho las cosas del trabajo, si he llegado a pensar que me he vuelto un adicto, siempre estoy buscando la manera de ocupar mi tiempo e inclusive cuando estoy en casa sin “nada que hacer” me empiezo a poner nervioso, me siento improductivo y empiezo a hacer cosas: leer el periódico, deberes, estudiar mis clases, etc. Cuando llegué a Madrid, venía de un estrés impresionante en México, siempre viví al borde entre trabajo y compromisos. Llegué diciendo que la vida aquí era más tranquila, mas relajada, me ponía nervioso no hacer nada pero a la vez me empecé a relajar poco a poco.
Ahora, un año después, las cosas son iguales, tengo mil cosas que hacer aparte de ir a trabajar y dar clases en el gimnasio (la semana pasada di 12 clases en total). Hoy tengo la despedida de una amiga que se regresa a Monterrey, mañana fiesta del gimnasio donde trabajo, el sábado un paseo en Globo por Segovia como proceso de integración del trabajo. Una serie de actividades que me hacen retomar el tratado acerca de la tranquilidad de Europa: tal vez tenga que cambiar de país nuevamente o es que en realidad lo que debo de hacer es replantearme mi forma de vida pues el que debo cambiar soy yo.
miércoles, 21 de noviembre de 2007
Tic tac, tic tac
Publicado por jorge a. en 12:07