Cuando sale el tema de mi llegada a Madrid, lo recuerdo con la emoción de aquella pasta que me preparé para comer, era tan mala que me la comí por hambre. Esa pasta te va a hablar un día, me decían mis compañeros de piso. Ahora, 8 meses después, vuelvo a sentir la misma sensación pero por planchar una camisa para el trabajo. Te tengo que enseñar a planchar camisas antes de que te vayas, decía mi madre.
Como me gustaría en este momento tener a mis padres a un lado, uno hablándome de política y ella preguntándome que quiero de cenar, mientras las camisas, ahí están, mágicamente planchadas. Como una camisa viene a fastidiarme el día, cuando toda esta semana he estado extrañando tanto a mi familia, creo que aprender a planchar es parte del reto y del crecimiento de estar aquí. Lo que ahora realmente quiero, es un abrazo de ellos, uno sólo…
lunes, 21 de mayo de 2007
El reto de las camisas
Publicado por jorge a. en 21:36