Es muy difícil planificar la vejez y con quien hemos de pasarla, esto genera constantes miedos y nos fuerza a salir a la calle a buscar la candidatura a quien podrá ocupar el lugar de quien estará a nuestro lado.
Algunos días cuando me encuentro a dos vecinas de no menos de 80 años, que bajan a tomarse un trago a la cafetería que esta en nuestra esquina, que supongo vivirán solas, y que por cierto tienden constantemente a llamarme majo, me obligan a preguntarme si en realidad estoy en la búsqueda equivocada y en realidad la amistad es lo que soportara mi vejez y no a la persona utópica que he idealizado durante mucho tiempo.
Hoy, cuando regresaba del supermercado, me las encontré en la puerta dispuestas a entrar al edificio, esta vez no fue como solía ser, no se les veía sonrientes ni me llamaban majo, ahora una de ellas llamaba animal a alguien y gritaba asustada. No pude evitar espantarme así que les pregunté si pasaba algo a la vez que les abría esa puerta tan pesada que hay en nuestro edificio.
Si, esta es una salvaje, me quiere matar, contesto la que gritaba.
No hagas caso, tengo 97 años y no estoy alucinando como ella, no te preocupes majo.
A pesar de que me volvieron a llamar majo, creo que mi planteamiento de buscar a alguien con quien pasar la vejez se volvió a reestructurar, esta vez sin tener cimiento alguno.
sábado, 24 de febrero de 2007
Quédate a mi lado
Publicado por jorge a. en 21:48